Kiwi

El kiwi procede de una planta dioica, trepadora, caducifolia, perteneciente a la familia de las Actinidiáceas, que proviene de las laderas del Himalaya, concretamente de China Continental. Se debe implementar sistemas de conducción ademados para que se logre una mejor intercepción de luz.
Es un fruto, el cual es muy frágil, crece en racimos, y posee características muy interesantes, como lo son sus propiedades nutritivas y su incomparable sabor.
Esta enredadera es muy sensible al clima, desarrollándose de buena forma sólo en climas templados. Pero el cultivo no tiene grandes problemas de adaptación si es que el clima lo favorece; requiere de un buen suministro de agua y estar protegido de los vientos, ya que este último es un factor que podría ocasionar destrucción de la planta o reducir su anclaje. Puede además reducir la cantidad de brotes y hasta disminuir en un 50% la cantidad de frutos producidos y devastar la lámina foliar, repercutiendo en el aumento de la transpiración y cierre de estomas. Por lo tanto, exige zonas no ventosas o la implementación de cortinas contraviento.
Posee una alta tasa de consumo de agua, ya que tiene gran superficie foliar, esto se observa en lo que la planta podría perder por transpiración (180-200 litros de agua). En cuanto a radiación, una alta temperatura no afectaría si se mantienen las condiciones adecuadas de riego, soportando incluso los 40ºC. Esta especie es muy sensible al déficit hídrico, mostrando los primeros síntomas en un potencial de agua de -0.04, provocando así inmediatamente un cierre estomático. Esto reduce en gran medida la fotosíntesis (es decir menor carbohidratos), y eleva la T º del frutal. Observando su morfología nos encontramos con un kiwi de una relevante densidad foliar.
Este individuo requiere condiciones adecuadas para su óptimo desarrollo, es decir, necesita un PLH de 225-250 días desde el momento en que la semilla rompe su dormancia, y cuando ya es una enredadera adulta primaveras y principios de otoño sin bajas temperaturas (bajo los 2º C). Si estos determinantes se cumplen y la planta acumula determinada horas de frío, el desarrollo floral y el crecimiento del fruto ocurrirán correctamente. Cada especie tiene una determinada temperatura a la cual empieza a juntar estas horas de horas frío para poder despertar. En nuestro fruto necesitamos temperaturas menores a los 7º para alcanzar un mínimo de 600 hrs. de frío, pero un buen dato es que para tener una máxima floración se deberían acumular 850-1100 hrs. de frío.
Sus suelos deben ser profundos, con buena permeabilidad, alto contenido de materia orgánica, entre otros.
A continuación se presenta un cuadro con la incidencia de las heladas sobre la planta.
Heladas
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Consecuencias
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En flores y frutos
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Si caen heladas en noviembre podrían dañar los flores pero no el fruto (desarrollo a fines de abril)
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En la madera
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Son muy perjudiciales si anteriormente a ocurrido subida de sabia. En individuos con mas edad disminuye su efecto
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En las yemas
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Ya que sus brotes comienzan a salir tempranamente tiene mas riesgo de perder la producción
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